30 de Abril, 2007
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Colapso |
El sentimiento más agradable y desagradable de mi vida lo tuve cuando estuve por fuera del país seis meses. Todos sabemos que no es fácil y nos esbozamos una vaga idea de lo que puede significar estar lejos de casa por un periodo más o menos largo de tiempo. No puedo negar que fue una experiencia sin igual. Siento que aprendí y maduré mucho, fue la primera vez que me sentí realmente libre. Por fin había podido ser algo así como hija de la calle. Me la pasaba por fuera de mi casa con la gente que conocía haciendo y deshaciendo, de aquí para allá. Fue entonces cuando supe que podía valerme por mí misma y no necesitaba a mis papás para que cuidaran mis pasos, me di cuenta de que podía decir que no a tantas cosas que me ofrecían aun estando lejos de los ojos de ellos. Por un momento me sentí “dueña del mundo”, ¡qué tonta!. Los meses pasaron y el vacío de mi familia y mi casa empezaba a agrandarse. Las personas que me hospedaban me atendieron de maravilla, pero al tiempo yo sentía que no todo estaba bien. Era parte de la casa pero percibía cierto ambiente gris hacia mí, y lo peor era que yo no me sentía yo. Muchas veces tuve que fingir para evitar enfrentamientos. No me gusta pretender ni sentirme obligada a hacerlo para evitar malos ratos, pero por alguna razón la vida me puso esa prueba y en menos de nada me vi haciéndolo. Por primera vez no me sentía parte de nada, todos mis amigos eran pasajeros, ya que la mayoría iba por unos meses nada más y en cambio yo seguía allá. Todo rotaba y la inestabilidad empezó a apoderarse de mí. Pasaba largas horas sola en los parques, en las calles, o en cualquier lado pensando en cosas que, si lo analizo, me hacía mucho daño. Extrañé y eché de menos mi almohada, las palabras y los abrazos de mi mamá y mi papá, las peleas con mis hermanos, mis amigos, mi ciudad, los sitios que frecuentaba, etc. Me deprimí y llegué a aborrecer todo lo que me rodeaba, pero nunca lo demostré, no creía posible estar sintiendo todo eso en un viaje que se supone iba a ser todo disfrute. Un mes y medio antes de irme volví a sentirme bien, las cosas habían mejorado sustancialmente y ya no me sentía tan sola. El día de mi despedida llegué a sentir nostalgia y abracé y besé con tristeza por dejar atrás a lo que había comenzado a ser un capítulo de mi vida, el cual tuve que frenar en seco sin más ni más. En todo caso nunca olvidaré cómo me sentía en ese entonces. Fue una experiencia que dejó marcada mi vida y la siento como una muestra a lo que viene más adelante, cuando decida salir otra vez.
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publicado por
dianarodriguezp a las 05:25 · 1 Comentario
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Comentarios (1) ·
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hola!! queria decirte que tienes un don muy bueno que es mostrar todos los sentimientos que tienes en tu corazon y tus recuerdos creo que si tu los sabes utilizar podrias llegar hacer una buena escritora, deberias ponerle un color mas sentimental a tu blog
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